ENCICLOPEDIA FINANCIERA

4. PERFIL INVERSOR

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Invertir en Bolsa

01-06-2017

¿Qué es el perfil inversor?

Es un análisis que trata de evaluar nuestra actitud hacia las distintas posibilidades de inversión y sus consecuencias. Para entendernos, nuestra aversión al riesgo. ¿Queremos asumir mucho riesgo, a cambio de obtener una elevada rentabilidad, o prefiero vivir tranquilo aunque gane muy poco?

¿Por qué debemos conocerlo?

Al igual que debemos conocer nuestras capacidades y limitaciones en la conducción a la hora de plantearnos comprar un coche, debemos ser capaces de conocer perfectamente qué es lo que exigiremos a una inversión, qué es lo que no estamos dispuestos a asumir y cuáles son nuestras necesidades. De este modo podremos seleccionar correctamente el producto o productos que más nos convienen de entre la inmensa oferta que tenemos a nuestra disposición.

Factores que determinan nuestro perfil inversor

En la determinación de nuestro perfil inversor influyen muchos elementos, la mayoría de los cuales son estrictamente individuales. Por ello es importante que seamos nosotros mismos los que nos esforcemos en "definirnos" como inversores, porque nadie nos puede caracterizar mejor.

Edad

Distintas etapas de nuestra vida se corresponden con diferentes actitudes y prioridades:

  • las necesidades económicas de una persona de 25 años son muy diferentes de las de otra de 40 o de 65; a los 25, muy probablemente vivo aún con mis padres, y no me supone un gran trastorno perder 200.000. A los 35, con tres hijos estudiando en USA, a lo mejor no me lo puedo permitir.
  • una persona joven puede plantearse un plazo u horizonte para su inversión mucho más largo que otra madura; con 35 años puedo realizar una inversión en blue chips europeos, pensando que a la hora de mi jubilación, dentro de 30 años, la bolsa me de en media un 10% al año. Con 65 años, evidentemente, quiero inversiones de más corto plazo.
  • los objetivos que se quieren alcanzar con la inversión varían según nuestra edad;
  • los medios de que se disponen tampoco son los mismos según se esté en una etapa de la vida o en otra.

Ocupación

El tipo de empleo que tengamos condiciona significativamente los objetivos que queremos alcanzar con nuestras inversiones y la elección de los productos en las que los materializaremos. Por ejemplo, un trabajador autónomo puede pensar en sus inversiones como un "colchón" que le permita afrontar una mala coyuntura profesional. En cambio, un trabajador por cuenta ajena puede querer complementar la pensión que percibirá en el momento de su jubilación o ahorrar para adquirir una vivienda.

Actitud frente al riesgo

Este es un elemento clave a la hora de caracterizar nuestro perfil inversor, y el que determinará más claramente el tipo de productos en los que estaremos dispuestos a invertir. La actitud frente al riesgo puede determinarse de modo sencillo, respondiendo a preguntas como las siguientes:

  1. ¿Estoy dispuesto a asumir pérdidas en mis inversiones? Si es así, ¿cuál es la cuantía máxima?
  2. ¿Quiero afrontar un mayor riesgo para obtener más rentabilidad?

Una respuesta negativa a ambas indicaría una clara aversión al riesgo, y una preferencia por activos seguros (bonos, letras), restringiendo considerablemente las posibilidades de inversión. Una respuesta positiva señalaría una actitud más abierta frente al riesgo, y un abanico más amplio de posibilidades (acciones, warrants, etc).

Otros

Hay un conjunto de factores adicionales que completarán el mapa de preferencias y necesidades que forman los anteriores. Algunos de ellos pueden ser las responsabilidades que hayamos asumido anteriormente, tanto en términos estrictamente financieros (como por ejemplo una hipoteca) como personales (familiares a cargo nuestro), el tiempo que podemos dedicar a seguir la evolución de los mercados y a aumentar nuestros conocimientos sobre el tema, las cantidades de las que disponemos para invertir, etc.

Obviamente, los factores enumerados anteriormente, y otros que en los que podamos pensar cada uno para caracterizarnos, no son compartimentos estancos. Algunos, como la edad, las responsabilidades que hayamos asumido y la situación laboral, pueden estar claramente relacionados. Otros, como nuestra actitud frente al riesgo, son estrictamente individuales, determinados por nuestra personalidad y nuestras experiencias.

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